La navidad no tiene igual
Hoy 25 de diciembre nuestra celebración de navidad tiene un motivo para ser más alegre, y es que casi coincide con la celebración del comienzo de hanukkah, en el 25 de kislev (este año el 25 de diciembre al atardecer). Mejor aún para aquellos hijos de judíos y cristianos que festejan chrismukkah, celebración que combina ambas tradiciones y que tiene lugar en una fecha intermedia.
En el hannukah principalmente se rememora el milagro de las lámparas, cuando debido a un robo profanatorio sólo quedó aceite ritual suficiente para un día y milagrosamente ardió sin parar durante ocho.
El 25 de diciembre, por otra parte, es uno de esos acuerdos que da gusto encontrar entre las distintas tradiciones cristianas, lo digo por lo triste que es constatar las constantes disputas absurdas que surgen por minucias tales como decir u omitir una conjunción (et) en el credo.
En navidad, además, incorporamos diversos elementos multiculturales, como el arbol de los celtas germanos; si quieren un simple adorno o un reconocimiento de la divinidad presente en todos los seres vivos. En Japón, donde la gente no se divide en budistas y shinto como podría pensarse sino que la mayoría de la población son ambos, también se festeja la navidad; en parte por la gran capacidad de asimilación cultural de los nipones y en parte porque la laudable laxitud de sus tradiciones lo permite.
Si bien de niño no comprendía por qué amigos de familias no-creyentes festejaban la navidad, ahora comprendo perfectamente su lado laico. Y dentro de este diré que soy fan de la navidad en buena parte por los mismos motivos que hacen que me gusten los musicales de Broadway (y no, no soy gay) y es que se lleva de la mano con el jazz. No es jazzista aquél que no haya tocado sus propios arreglos de las típicas canciones gringas, que honestamente -y sin ánimos de malinchismo- son mucho mejores que los peces en el río (y dicho sea de paso, ¿por qué demonios beben?, y en dado caso ¿tenemos la autoridad moral para juzgarlos por eso?).
Tengo amigos que ven al jazz como una música correspondiente a un periodo histórico cultural que llegará a su fin, pero yo lo veo como una gran cosa, un lenguaje que -sí, auqnue tuvo un inicio- permanece y que se extiende, y que como bien dijo Dave Brubeck, absorbe todo como esponja. Lo mismo me gusta pensar de las celebraciones espirituales, aunque se me tache de new age y de superficial.
Un abrazo a mi familia, a mis amigos, a la familia de mis amigos, a Faith y a mi otra familia, y una rememoración muy especial -y siempre presente- de los que viven lejos y de los que ya no están con nosotros.
En el hannukah principalmente se rememora el milagro de las lámparas, cuando debido a un robo profanatorio sólo quedó aceite ritual suficiente para un día y milagrosamente ardió sin parar durante ocho.
El 25 de diciembre, por otra parte, es uno de esos acuerdos que da gusto encontrar entre las distintas tradiciones cristianas, lo digo por lo triste que es constatar las constantes disputas absurdas que surgen por minucias tales como decir u omitir una conjunción (et) en el credo.
En navidad, además, incorporamos diversos elementos multiculturales, como el arbol de los celtas germanos; si quieren un simple adorno o un reconocimiento de la divinidad presente en todos los seres vivos. En Japón, donde la gente no se divide en budistas y shinto como podría pensarse sino que la mayoría de la población son ambos, también se festeja la navidad; en parte por la gran capacidad de asimilación cultural de los nipones y en parte porque la laudable laxitud de sus tradiciones lo permite.
Si bien de niño no comprendía por qué amigos de familias no-creyentes festejaban la navidad, ahora comprendo perfectamente su lado laico. Y dentro de este diré que soy fan de la navidad en buena parte por los mismos motivos que hacen que me gusten los musicales de Broadway (y no, no soy gay) y es que se lleva de la mano con el jazz. No es jazzista aquél que no haya tocado sus propios arreglos de las típicas canciones gringas, que honestamente -y sin ánimos de malinchismo- son mucho mejores que los peces en el río (y dicho sea de paso, ¿por qué demonios beben?, y en dado caso ¿tenemos la autoridad moral para juzgarlos por eso?).
Tengo amigos que ven al jazz como una música correspondiente a un periodo histórico cultural que llegará a su fin, pero yo lo veo como una gran cosa, un lenguaje que -sí, auqnue tuvo un inicio- permanece y que se extiende, y que como bien dijo Dave Brubeck, absorbe todo como esponja. Lo mismo me gusta pensar de las celebraciones espirituales, aunque se me tache de new age y de superficial.
Un abrazo a mi familia, a mis amigos, a la familia de mis amigos, a Faith y a mi otra familia, y una rememoración muy especial -y siempre presente- de los que viven lejos y de los que ya no están con nosotros.