Tuesday, December 25, 2007

Una temporada en el invierno

Hace un par de días se terminó el otoño, la temporada más prolífica de este blog. Por una razón o por otra, en estos últimos años me he dedicado más a este tipo de cosas la segunda mitad del semestre. Supongo que porque los trabajos finales (de 2005), la tesis (2006, y después la abandoné y la retomé en 2007), el semestre propedéutico que tomé en el Colegio de México, los programas operativos para mi trabajo, todo eso hay que entregarlo en verano. Por eso fue raro que este año tomara con tanto ahínco un blog durante la primera parte del año, el blog titulado Pregunta del día (hoy en cuasi-receso-completo). En estos tres o cuatro años, después de hacer el semestre de trámites retomo siempre algo más edificante en el otoño. El año pasado estuve tocando rock con dos buenos amigos, este año me puse a escribir partes de un manual para preparatoria y empecé a tomar clases de karate (o más bien lo retomé después de más de diez años). En las vacaciones de invierno (que mi profesión me permite tener, por suerte) es cuando me deschaveto un poco; quizá porque el semestre de trámites se acerca. Hace dos años, después de leer City of Glass -literatura demasiado ligera, lo sé, para los verdaderos logófilos- me senté como loco a escribir una novela; que nunca terminé pero que ganó un concurso de principio de novela en una pequeña revista de la coordinación de difusión cultural de la unam (tengo el honor de haber compartido un premio con Memo en esa entrega, que ganó en la categoría de ensayo.)

Hasta ahora todavía no hago nada loco, de hecho estos días se han ido un poco como agua. Ve-y-compra-unos-regalos-que-faltan, no-olvides-visitar-a-la-tía, ten-cuidado-con-las-crudas-de-dos-días (cuando llega la primera, dijo mi buen amigo Jeremy, sabes que ya estás del otro lado.) Será que se terminaron los inviernos desquiciados; como los de Wittgenstein en Noruega, los de Thoreau en Walden Pond, y la cosa no tiene por qué sonar tan salvaje, los inviernos que pasaba Edward Gorey en NY para poder asistir a la temporada de ballet... en fín, vivir los inviernos como se deben, haciendo cosas de invierno. Si la psicología evolutiva no me juega trampas -y me las juega, lo sé- los inviernos son para guardar, guardar, guardar. Por eso en invierno se puede escribir, se puede rememorar, uno puede también hornear galletas y meterlas en bolsas que resistirán al polvo y a la indiferencia del resto de la familia. Los inviernos son buenos para la navidad, y las navidades en Buenos Aires o Miami no son navidades.

2 Comments:

Blogger Minerva said...

Haha me encantò esa redaccion.
Tal ves es que a mitad del año tenemos la prisa de saber que nuestro año fuè productivo, y tratamos de compensarlo..
Yo tengo que retomar cosas, asi como tu Karate, yo me sali de estudiar Ninjutsu, curiosamente soñe que Sensei me preguntaba si queria volver (el sueño hace 2 dìas, que me sali de entrenar, 1 año) y justo al otro dìa re`visè mi bandeja y habìa un mensaje de el diciendome que sentia que yo queria regresar....
Lo voy a hacer....

4:24 PM  
Blogger Emmanuel said...

Cierto! El invierno es una condición sine qua non pa una verdadera Navidad, a pesar de lo que diga Mafalda :)

11:35 AM  

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home