Las herramientas del filósofo 1
Quizá una de las más grandes ironías para el profesionista o estudiante de una disciplina de las llamadas humanísticas sea que su vida laboral será ejercida en buena medida frente a un ordenador. Esos prefacios de hace 15 o 20 años que agradecían a fulanita de tal (el sexismo es de la realidad, no mío) por amablemente leer y mecanografiar el manuscrito prácticamente son cosa del pasado.
El filósofo profesional no sobreviviría una semana sin su procesador de textos. Y aquí comienzan a verse las ventajas que puede dar saberlo utilizar bien. Si usted es de los bichos raros que ponen el signo de Pi para que su pantalla de Word se ponga como hormiguero y sabe usted poner espacios irrompibles y otro tipo de monerías será más apreciado por editores, quienes muchas veces terminan formando en persona los textos (la profesión de formador está en vías de extinción, si no es que extinta).
Si usted domina a la bestia, podrá llenar fichas para que su bibliografía se formatee automáticamente según los caprichos de la APA o la asociación de su preferencia. Si usted va diseñando su documento señalando cuáles son los títulos y subtítulos en lugar de inocentemente cambiarles el tamaño cada vez, podrá formatear su documento con un click, y todavía mejor, ¡podrá poner una tabla de contenidos al instante! (cuya paginación se cambiará automáticamente, digo "tabla de contenidos" porque técnicamente el índice sólo es el que va al final).
He sabido de dos o tres personas incluso, que víctimas de la "autocorrección" de su procesador de textos terminaron con la palabra Sastre en vez de Sartre (¿y por qué tienen que escribir de Sartre, por cierto?, tal vez sólo poruqe es el héreo de Kenzaburo Oe).
Incluso quienes se encuentren en completa oscuridad al respecto del tema pueden pedir ayuda al pequeño clip antropomórfico que siempre sabe más que uno y tiene la desfachatez de no ocultarlo. Hace poco gracias al Clip de Word salvé a un amigo de tener que ordenar alfabéticamente toda una bibliografía.
¿Qué decir de herramientas tan útiles como comparar versiones y control de cambios? Mi director de tesis era tan ducho (a mis ojos) que incluso sabía cómo meterle comentarios al texto que sólo se veían al pasar el ratón junto a la palabra subrayada.
¿Mi opinión? Brujería. Me engañaron. ¿Por qúe no hay un seminario de Office? ¿Por qué no lo ponen y quitan el de Heidegger? (Maestra Pilar Gilardi, no es nada personal. Es decir, sí lo es, pero contra Heidegger)
He dicho.
Atte.
- Un maestro de bachillerato que mecanografía sus propios exámenes, programas operativos y temarios.
El filósofo profesional no sobreviviría una semana sin su procesador de textos. Y aquí comienzan a verse las ventajas que puede dar saberlo utilizar bien. Si usted es de los bichos raros que ponen el signo de Pi para que su pantalla de Word se ponga como hormiguero y sabe usted poner espacios irrompibles y otro tipo de monerías será más apreciado por editores, quienes muchas veces terminan formando en persona los textos (la profesión de formador está en vías de extinción, si no es que extinta).
Si usted domina a la bestia, podrá llenar fichas para que su bibliografía se formatee automáticamente según los caprichos de la APA o la asociación de su preferencia. Si usted va diseñando su documento señalando cuáles son los títulos y subtítulos en lugar de inocentemente cambiarles el tamaño cada vez, podrá formatear su documento con un click, y todavía mejor, ¡podrá poner una tabla de contenidos al instante! (cuya paginación se cambiará automáticamente, digo "tabla de contenidos" porque técnicamente el índice sólo es el que va al final).
He sabido de dos o tres personas incluso, que víctimas de la "autocorrección" de su procesador de textos terminaron con la palabra Sastre en vez de Sartre (¿y por qué tienen que escribir de Sartre, por cierto?, tal vez sólo poruqe es el héreo de Kenzaburo Oe).
Incluso quienes se encuentren en completa oscuridad al respecto del tema pueden pedir ayuda al pequeño clip antropomórfico que siempre sabe más que uno y tiene la desfachatez de no ocultarlo. Hace poco gracias al Clip de Word salvé a un amigo de tener que ordenar alfabéticamente toda una bibliografía.
¿Qué decir de herramientas tan útiles como comparar versiones y control de cambios? Mi director de tesis era tan ducho (a mis ojos) que incluso sabía cómo meterle comentarios al texto que sólo se veían al pasar el ratón junto a la palabra subrayada.
¿Mi opinión? Brujería. Me engañaron. ¿Por qúe no hay un seminario de Office? ¿Por qué no lo ponen y quitan el de Heidegger? (Maestra Pilar Gilardi, no es nada personal. Es decir, sí lo es, pero contra Heidegger)
He dicho.
Atte.
- Un maestro de bachillerato que mecanografía sus propios exámenes, programas operativos y temarios.
5 Comments:
A mí sí que me hizo falta el curso de Office para filósofos...
Pero no yo no sufrí con Heidegger, sino con otros seminarios...
Saludos Miss Pili
aprendí un montón en las clases de pilar, pero como decían los invasores de alejandría, si ya está en kierkegaard o James no me sirve y si no está no me interesa
¡Reflauta! A mí también me hubieran servido esos cursos. También quitaría el curso de Heidegger, y de paso el de Nietzsche (en lugar de éste pondría un curso de canto -no de Kant sino de canto- o de baile de salón).
Lo de la autocorrección es terrible, sin embargo. No sólo me cambia Sartre por Sastre sino performativo por preformativo o Wissenschaft der Logik por Wissenschaft der Logia (esto último fue horrible).
He de decir que durante los primeros dos años de mi carrera todavía me tocó escribir mis trabajos en máquina olivetti: una verdadera friega.
es lo peor lo autocorreción, pero me encantó la forma en que lo plantees
hey, este blog es muy bueno.
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