Novella
I.
Ya no me fijo en su cara siempre que la veo, sólo de vez en cuando me percato de ello, y durante poco tiempo. Tiene grandes manchas blancas, más bien diría que ese es el color que predomina, y tiene la piel demasiado lisa y rasgos difusos, como un dibujo al que alguien le hubiera pasado una goma de borrar. Sin embargo se ve bien, se ve más ella. Sospecho, además, que ya ha agotado las opciones terapéuticas, aunque más bien desconozco la causa de todo esto. Jamás hemos hablado al respecto.
- Caifanes es un proyecto musical sin precedentes – me asegura mientras apaga su cigarro en el suelo- No sé si alcances a ver su magnitud.
¿Qué puedo decir? Sólo la miro fijamente y niego con la cabeza.
- No lo entiendo pero estoy seguro de que cuando lo expliques no voy a estar de acuerdo.
- Tienes ojeras. ¿No dormiste? ¿Sigues deprimido?
- Quiero salir adelante y eventualmente sentirme bien, quiero esperar el tiempo que sea necesario para ser fuerte y dejar esto atrás, no deseo la muerte pero si mañana no despierto no me voy a quejar.
Ella hace una mueca de impotencia, ligeramente parecida a una sonrisa. Nuestra amistad se basa, entre otras cosas, en respetar los mutuos ex abruptos. En eso nos parecemos. Cuando otras personas los escuchan no saben qué decir y se crea una situación incómoda, nosotros sabemos que no hay que decir nada.
- ¿Has oído “Sácalo”? De Jaime López.
- Sí... no... no sé. ¿Cómo va?
- “Sácalo, sácalo, antes que nos lleve el diablo”.
- No, creo que no. Estaba pensando en otra.
Ella sabe que canta bien, es más, lo reconoce. Tengo grabado en la memoria la vez que comenzó una anécdota: “Ya ves que yo canto bien, ¿no?”. Y bien, no tendría por qué ser memorable, pero en México tenemos una especie de keigo, sin reglas pues, pero está ahí y hace que cuando una chica que canta bien diga que canta bien uno sienta como unas espinitas en las palabras. Lo que quería decir es que ella sabe que canta bien y que si no la conociera pensaría que canta con cualquier pretexto.
- ¿Sabes de qué habla esa canción? Hum..ahora no te lo voy a decir.
Por supuesto que el silencio abrumador es sólo para mí, ella como siempre trajo un libro. Una novela que le regalé hace años, desde entonces extrañamente se la he visto varias veces, siempre con una de las guardas separando dentro de las primeras páginas.
- Siento que traes ese libro cuando estás de malas.
- Nada que ver – responde varios segundos después, como si hubiera estado esperando a que se terminara un párrafo.
Después caminamos hacia su casa como una hora. Cuando faltaban dos cuadras para llegar me dijo que tomara un taxi. Miré a Sofía alejándose y pensé que en ese momento yo debería de estar en otro lado.
(capítulo incompleto....)
No se pierdan el próximo capítulo:
II.
¿Cómo se daría cuenta un ezquizofrénico si viera un fantasma? La pregunta me ha atormentado desde siempre.
Ya no me fijo en su cara siempre que la veo, sólo de vez en cuando me percato de ello, y durante poco tiempo. Tiene grandes manchas blancas, más bien diría que ese es el color que predomina, y tiene la piel demasiado lisa y rasgos difusos, como un dibujo al que alguien le hubiera pasado una goma de borrar. Sin embargo se ve bien, se ve más ella. Sospecho, además, que ya ha agotado las opciones terapéuticas, aunque más bien desconozco la causa de todo esto. Jamás hemos hablado al respecto.
- Caifanes es un proyecto musical sin precedentes – me asegura mientras apaga su cigarro en el suelo- No sé si alcances a ver su magnitud.
¿Qué puedo decir? Sólo la miro fijamente y niego con la cabeza.
- No lo entiendo pero estoy seguro de que cuando lo expliques no voy a estar de acuerdo.
- Tienes ojeras. ¿No dormiste? ¿Sigues deprimido?
- Quiero salir adelante y eventualmente sentirme bien, quiero esperar el tiempo que sea necesario para ser fuerte y dejar esto atrás, no deseo la muerte pero si mañana no despierto no me voy a quejar.
Ella hace una mueca de impotencia, ligeramente parecida a una sonrisa. Nuestra amistad se basa, entre otras cosas, en respetar los mutuos ex abruptos. En eso nos parecemos. Cuando otras personas los escuchan no saben qué decir y se crea una situación incómoda, nosotros sabemos que no hay que decir nada.
- ¿Has oído “Sácalo”? De Jaime López.
- Sí... no... no sé. ¿Cómo va?
- “Sácalo, sácalo, antes que nos lleve el diablo”.
- No, creo que no. Estaba pensando en otra.
Ella sabe que canta bien, es más, lo reconoce. Tengo grabado en la memoria la vez que comenzó una anécdota: “Ya ves que yo canto bien, ¿no?”. Y bien, no tendría por qué ser memorable, pero en México tenemos una especie de keigo, sin reglas pues, pero está ahí y hace que cuando una chica que canta bien diga que canta bien uno sienta como unas espinitas en las palabras. Lo que quería decir es que ella sabe que canta bien y que si no la conociera pensaría que canta con cualquier pretexto.
- ¿Sabes de qué habla esa canción? Hum..ahora no te lo voy a decir.
Por supuesto que el silencio abrumador es sólo para mí, ella como siempre trajo un libro. Una novela que le regalé hace años, desde entonces extrañamente se la he visto varias veces, siempre con una de las guardas separando dentro de las primeras páginas.
- Siento que traes ese libro cuando estás de malas.
- Nada que ver – responde varios segundos después, como si hubiera estado esperando a que se terminara un párrafo.
Después caminamos hacia su casa como una hora. Cuando faltaban dos cuadras para llegar me dijo que tomara un taxi. Miré a Sofía alejándose y pensé que en ese momento yo debería de estar en otro lado.
(capítulo incompleto....)
No se pierdan el próximo capítulo:
II.
¿Cómo se daría cuenta un ezquizofrénico si viera un fantasma? La pregunta me ha atormentado desde siempre.
1 Comments:
Nanahara, me llamas ezkizofrenico?
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