Carta al Padre Noel
En aquella época tú no lo sabías, tú sólo esperabas que yo pusiera mi media en la chimenea y no conocías algo distinto. Jamás te diste cuenta, pero desde siempre me asfixiaste llenándome de regalos, atascándome de bastones de regaliz que por más que succionaba no llegaban na su fin. Tú eras un hombre gordo y despreocupado, que ahogaba mi pequeña voz con su risa estruendosa. Me sostenías en tu regazo, como un insecto o animal pequeño que difícilmente puede ser percibido por los demás. ¿Cómo comunicarte la tortura que era tener que determinar cada uno de mis deseos por escrito? Para ti era la cosa más normal del mundo, mientras que yo tenía que torturarme examinando mi mente para transparentarla por escrito ante ti. A pesar de tu continua ausencia tuviste siempre esa manera de observarme en cada momento, lo que significaba tener que vivir pensando si mi comportamientno era adecuado a tus ojos, si sería bueno de acuerdo a tus parámetros. Así es, a pesar de tu continua ausencia yo me sentía asediado por ti... ¡y esa agonía de la nochebuena! ¡El terror de saber que en cualquier momento todo se definiría, el imperativo de dormir en contradicción con el deseo culpable de verte!
Como ya te lo dije, ahor es demasiado tarde. Quisiera haber tenido el valor para hablarte frente a frente, pero aunque te cueste tanto trabajo creerlo, todavía me das miedo.
Como ya te lo dije, ahor es demasiado tarde. Quisiera haber tenido el valor para hablarte frente a frente, pero aunque te cueste tanto trabajo creerlo, todavía me das miedo.
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